Sección: Desde Otra Perspectiva
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Nikola Tesla, de quien hablamos extensamente en Abanico 7, tenía la obsesión de rodear 3 veces cada edificio al que entraba, de lavar los platos con 18 servilletas, de alquilar habitaciones con números divisibles por 3. Para tomar cualquier decisión, hacía cálculos para asegurarse que todo fuera divisible por 3. Llegó a decir: Si supieras la magnificencia de los números 3, 6 y 9, tendrías la llave del universo.
A Tesla le fascinaban las pirámides de Egipto, creía que estos ancestrales monumentos poseían inmensas energías. Estaba convencido que estas construcciones no eran simples monumentos y tras años de investigarlas, construyó su famosa torre Wardenclyffe.
Creía que de alguna forma las pirámides almacenaban y distribuían energía, como si fueran transmisores gigantes. Esta idea nació luego de sus investigaciones sobre métodos de transmisión de energía de forma inalámbrica, estudio que patentó en 1905, donde se puede ver diferentes diseños de algunos generadores por todo el planeta que utilizan la ionosfera como medio de recolección de energía.
El diseño original de los transmisores de forma jerárquica se conoció como la pirámide electromagnética de Tesla. Tesla veía al planeta como un generador de energía ilimitada.
En la actualidad, todavía hay quienes creen que el centro de la pirámide de Giza era/es una estación recolectora de datos, los cuales eran enviados por radiofrecuencia a través de guías de onda hacía el gran transmisor central que era la Cámara del Rey. Ahí modulaban la portadora central, que se lo lograba con la resonancia de la cámara y la del sarcófago. Los bloques superiores de mármol, servían para estabilizar la frecuencia. Al final, salían por la guía de ondas laterales de 21 x 14 cm, que dejaba pasar la frecuencia al universo, los 1.42 Ghz, a una estrella remota, donde recibían los datos y los analizaba, por esto, era el ojo que todo lo ve, por eso vemos en el billete de un dólar norteamericano la pirámide con un ojo en su cúspide.
Tesla tenía fascinación por la numerología. Los números tenían las claves para el código de la creación y de la energía del universo. Como lo dijimos, él ponía mucha atención al número 3, pero también al 9. Si lo analizamos, el 9 puede ser que sea un número que está estrechamente relacionado con el mundo que nos rodea. Un círculo tiene 3600 (3+6+0=9); 1800 de diámetro (1+8+0=9); si lo dividimos en cuatro vemos ángulos de 900 (9+0=9); si lo dividimos en ocho vemos ángulos de 450 (4+5=9); en dieciséis ángulos de 22.50 (2+2+5=9); en treinta y dos ángulos de 11.250 (1+1+2+5=9); así vemos como se desarrolla un patrón al bisecar un círculo. El ángulo resultante siempre se reduce a 9.
Usando las matemáticas vorticiales, se puede decir que existe un código incrustado en nuestro sistema númerico. Examinemos la suma de los ángulos en polígonos regulares: triángulo tres de 600 (60x3=180=9); cuadrado cuatro de 900 (9x4=360=9); pentágono cinco de 1080 (108x5=540=9); hexágono seis de 1200 (120x6=720=9) y así sucesivamente. La suma de todos los dígitos excluido el 9 es 36 (3+6=9). Paradójicamente 9 + cualquier digito, siempre es el mismo digito (9+5=14 1+4=5) Algunas de estas impresionantes propiedades del 9 y sus conexiones con el 3 y el 6 están basadas en los 360 grados de un círculo, un número que fue elegido con cierta arbitrariedad, según algunos matemáticos, otros señalan que obedece un patrón observado en la naturaleza.
En términos meramente matemáticos, un círculo podría tener 400, 1000 grados o lo que sea, pero el 360 es un número especialmente abundante, esto es, que tiene muchos factores: puede ser dividido en 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 12... partes. Mientras que un número como el 400 no puede ser dividido ni siquiera en tres partes iguales de números enteros.
Asimismo, el 360 se acerca a los 365 días del año solar, siendo este una especie de círculo cósmico, utilizado tempranamente en la astrología y en la astronomía por los babilonios y otras culturas. El cielo fue dividido en los 12 signos del zodiaco, cada uno ocupando 30 grados, una aproximación a un mes; el círculo siendo considerado una forma perfecta y divina y, por lo tanto, el 360 también un número divino.
Extrañamente, también los antiguos védicos hicieron esta misma división de una rueda astronómica con
12 radios y 360 clavijas. Para la ciencia moderna, sin embargo, no existe una explicación contundente. Otras interesantes relaciones con el 9 (hay que decir que muchas ocurren por la elección de utilizar los 360 grados para un círculo, 60 segundos para 1 minuto y 60 minutos para 1 hora, siguiendo esta matriz de 360, así como también por la elección de un sistema decimal):
El día tiene mil 440 minutos que suman 9. El día tiene 86 mil 400 segundos, que suman 9. La semana tiene 10 mil 80 minutos, que suman 9. El año tiene 525 mil 600 minutos, que suman 9.
Quizás habría que mencionar también el hecho de que el embarazo en el ser humano suele durar 9 meses o 36 semanas...
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