Más #Inteligente que un #Smartphone

Revista Abanico Ed. 2
Sección: Con Permiso


¿Se acuerdan de cómo era la vida antes de todos los “gadgets” tecnológicos? Estoy segura de que muy pocos lo recuerdan, y es más, muchos dirán que esa era una época prehistórica. Si hacemos un recuento, no son muchos años los que han pasado desde que la sociedad se transformó en una 100% tecnológica. Como ejemplo de este cambio, muchos deben haber notado que de repente, todas las personas tenían un teléfono inteligente. 

Este pequeño artefacto tiene muchas ventajas: facilidad de comunicación porque no cuestan los mensajes (el indiscutible rey Whatsapp reemplazó por completo al SMS que en paz descanse…), te puedes comunicar con gente del exterior, puedes hacer teleconferencias, medirte los latidos del corazón, ver la vía más fácil para ir de un lugar a otro, conectarte al “Face”, Twittear, subir cada segundo una foto al Instragram, buscar novedades en Pinterest, entre mil y una cosas más que puedes hacer con ellos. Ok, mil y un beneficios. 

Pero usualmente cualquier beneficio tiene su costo o una consecuencia. Analizando la situación y viendo el cambio radical que ha sufrido la forma de comunicarnos, contactarnos y relacionarnos, yo me pregunto: si cada uno de nosotros está pendiente y ocupado todo el tiempo con este bendito aparato, haciendo cualquiera de las cosas que mencioné antes, ¿a qué hora ponemos atención a lo que realmente estamos haciendo? ¿En qué momento este dispositivo logró reemplazar todo? ¿A qué hora
nos perdimos y dejamos que un celular influya en tantos aspectos de nuestras vidas? Porque no pueden decir que no. Lo menos, te olvidas el celular en la casa y puedes colapsar! Eres capaz de
regresar de Quito a Cayambe sólo por tener el celular contigo. Porque o soy muy anticuada, o tengo algo de razón, pero el uso inadecuado que les damos y la dependencia extrema de este artefacto, el hacerlos partícipes de nuestras relaciones, el usarlos cuando estamos en reuniones de amigos, es una falta de respeto hacia las personas que están a tu alrededor. Porque si hablamos de lenguaje corporal, si yo estoy haciendo otra cosa mientras converso con mi novio o con quien sea, es porque o no me importa lo que me está diciendo o simplemente, no valoro el tiempo que estoy compartiendo con ellos. Es así de fácil.


Viví más de 3 años con un teléfono celular pequeñito, viejo, que no se roban, se cae y no se daña, que no me esclavizaba con trabajo, que mis sobrinos no me pedían para jugar, que cumplía su función de aparato de comunicación, del que a varios daba vergüenza ajena, pero sobreviví.

Como la tecnología empuja, y en mi trabajo peor todavía, si no me subo al tren, me quedo sin clientes. Por eso tuve que optar por un teléfono más inteligente que el anterior. Sí, estoy en contacto con mis amigas. Sí, estoy en contacto con mis clientes. Sí, estoy en contacto con mi familia. Pero de lo que pueden estar seguros es que ese teléfono nunca va a ser más inteligente que quien escribe, ni va a tener más importancia que el reunirme a chacotear con mis amigas, que tomarme un café con una novia o de un abrazo con mi sobrina.

Comentarios