El #Tiempo Perdido No Regresa

Revista Abanico Ed. 3
Sección: Con Permiso
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Por mi trabajo, en ocasiones tengo que salir tempranito para llegar a lugares fuera de Quito. Normalmente voy hacia Los Chillos o Tumbaco ya que en estos valles es donde se realizan una gran cantidad de eventos. Y bueno, madrugar a las siete está más que bien para algunos, y es tarde para otros, pero me parece que esta hora es clave para muchos ciudadanos de nuestra capital y sus sitios aledaños. ¿Qué pasa a esta hora? 

Toda la gente que vive en y fuera de Quito inicia sus recorridos para dirigirse a sus trabajos, ocasionando un fenómeno en las vías que sorprende a más de uno. Yendo hacia el sur de la ciudad, el paisaje se contamina con las filas de carros que vienen desde Los Chillos a Quito. La autopista General Rumiñahui se transforma en una vía de cuatro carriles de subida, quedando disponibles tan sólo uno para quienes bajan. Desde el peaje hacia El Trébol, la oleada de automóviles es interminable.


Por el otro valle sucede exactamente lo mismo. Los carros entran a Quito en una línea sin fin que avanza lentamente por el túnel Guayasamín, que es unidireccional de siete a nueve y media, y también suben por la avenida Simón Bolívar, que a pesar de que tenga un nuevo redondel, el caos continúa. En fin, la realidad del tránsito la conocemos, y la idea aquí no es quejarse del problema o de la cantidad de autos, sino analizar algo mucho más profundo que parece que pasa desapercibido.

Se han preguntado alguna vez, ¿cuántas horas al día pasan sentados en el carro? Porque eso fue lo primero que se me vino a la cabeza al ver semejante espectáculo de vehículos y sus conductores. Porque esto es otra situación que sorprende. Cada carro es ocupado únicamente por una persona, muy pocos son los que suben completos o con tres pasajeros. 


Leyendo un artículo, supe que la mayor causa de muerte, incluso más que el tabaco, la delincuencia, los suicidios, la contaminación y los accidentes de tráfico, es el estar sentados. Ésta es la peor amenaza para el hombre moderno, pasamos sentados 9,3 horas diarias, como nunca antes en la historia. 

Para que una persona que vive en San Rafael esté a las siete ya en la vía, entonces esa persona debió
haberse levantado antes de las seis para bañarse, alistarse, desayunar, salir y llegar a la autopista a esa hora. Voy a ser amable y estimar que en veinte minutos esta persona logró subir toda la autopista hasta el peaje para luego, tomarse otros veinte y cinco minutos en el trayecto desde el peaje hacia el Trébol. Ahora voy a enviarla a su oficina que, para su buena suerte, está cerca del Estadio Olímpico. ¿Otra media hora? Entonces para llegar desde su casa hasta su oficina esta persona pasó más de 1 hora en su carro. Y ahora el regreso? ¿misma historia o peor?


Muchos salen corriendo de la oficina a las cinco y media para llegar a las siete a su casa, si no es más
tarde. Con trancones, accidentes y/o cualquier otra cosita que se interponga en el camino, son casi 3 horas del día en el carro. Y esta situación, como todo en la vida, ocasiona daños colaterales: menos tiempo en el hogar, con la familia, con los seres queridos. A largo plazo menos salud debido al estrés y el mal genio que genera el tráfico, menos tiempo con su pareja? menos de todo lo que realmente importa.

Lo que analizo, y talvez critico un poco es lo siguiente. Hay miles de personas que viven en los valles y tienen esta vida por cinco, diez, quince años. ¿Realmente se acostumbran a este trajín o simplemente ya no les importa porque, ¿así es la vida? ¿Buscar una alternativa no es una opción? Talvez un lugar de trabajo más cercano o no irse a vivir a una hora de donde trabajan. Puede sonar irreal pero no lo es tanto. 


Finalmente, la reflexión es hacia el tiempo, el que tenemos en nuestras manos y qué hacemos con él.
Muchos dirán que son sacrificios que se hacen por mejorar, por superarse y sobresalir en una empresa, ¿por mi trabajo? y hasta ¿por mi familia?. Otros tantos me dirán que ya están acostumbrados y que esto no es un problema para ellos.

Luego de llegar a mi cita de trabajo, apague mi carro, y pensé. Me detuve por un momento y analicé todo el tiempo desperdiciado en la vida de un ser humano, cuando más creemos ser libres y modernos, más esclavos y arcaicos somos. Y esto es lo que quisiera que hagan las personas, que paren un momento, piensen y reflexionen lo que realmente vale su tiempo. Si al menos uno de ustedes lo hace en este momento, me doy por satisfecha.

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