Moáis


Revista Abanico Ed.25
Sección: El Bargueño

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El Océano Pacífico ocupa la tercera parte de la superficie de la Tierra y contiene, dentro de su perímetro, alrededor de veinte y cinco mil islas, la mayor parte de ellas ubicadas al sur de la línea ecuatorial. Una de estas islas es la Isla de Pascua, que pertenece a Chile. Tiene una superficie de 163,6 km², lo que la convierte en la mayor de las islas del Chile insular, y una población de 8.700 habitantes, concentrados principalmente en Hanga Roa, capital y único poblado existente en la isla.



El nombre Isla de Pascua fue dado por el explorador neerlandés Jacob Roggeveen, quien la descubrió el 5 de abril de 1722, que es el día de Pascua en el calendario cristiano. Hoy se considera que el nombre original de la isla es Rapa Nui, sin embargo, su verdadero nombre ancestral fue Te Pito O Te Henua, El Ombligo del Mundo.

Muy poco se conoce sobre la historia de esta isla y de sus habitantes. Su población se vio diezmada en los años 1860 a 1862 por esclavistas que secuestraron y enviaron al Perú a muchos pascuenses. Además, la población sufrió enfermedades durante veinte años, casi los extinguió. Hoy se cree que existen cuatro mil pascuenses originales, descendientes de los cientos de sobrevivientes de la debacle demográfica de finales del siglo XX. En la actualidad, existen treinta y seis familias con nombres de linaje propios de la isla.

A pesar de la destrucción cultural, existe un documento llamado el Manuscrito E o Las Tradiciones de Pua Arahoa, recuperado de la isla por el etnólogo alemán Thomas Barthel en 1957. Hay ocho manuscritos, pero el E, es el más importante y extenso. Fue escrito por varios ancianos recluidos en el leprosario, uno de ellos era Pua Arahoa, líder de la familia Araki. La primera página contiene una lista de diez nombres del linaje, que culmina en el Ariki Hotu A Matua (Hotu, hijo de Matu´a). La genealogía de los que denomina Ariki Motongi, jefes que inician con personajes divinos como Oto Uta y Tangaroa a Oto Uta. En la tierra ancestral, Hiva, el Ariki tenía dos residencias, Marae Renga y Marae Tohia. En Polinesia oriental, Marae es el altar equivalente al Ahu rapanui.

Una segunda lista, con cinco nombres, es de sabios (maori) que acompañaban al primer Ariki Motongí, clasificados como Ariki Maahu. El primer sabio es Moe Hiva, tenía el conocimiento del mar y predijo el hundimiento de la tierra. Los otros sabios tenían el conocimiento del sol, la luna, las estrellas y el cielo.

Los pascuenses desarrollaron una escritura sin base anterior, se sabe poco de ella por la eliminación de sus pobladores. El Rongorongo es un sistema de escritura jeroglífica que se encuentra en tablillas de madera talladas en la Isla de Pascua. Estas tablillas contienen una serie de símbolos complejos y misteriosos que se han interpretado como un sistema de escritura, aunque su significado y su uso exacto siguen siendo en gran medida desconocidos.

El Rongorongo es uno de los pocos ejemplos de escritura autóctona en Oceanía y ha sido objeto de estudio e investigación por parte de lingüistas y expertos en la cultura de Rapa Nui. Algunos expertos creen que existe relación entre el Rongorongo y las escrituras del valle del Indo.

Todas las culturas de las islas del Pacífico tienen la leyenda de un gran continente que sufrió un cataclismo y por eso tuvieron que migrar. Para los pascuenses este gran continente desaparecido era Hiva, para otros, es Mu o Lemuria. Así mismo, todos creen en un dios creador, llamado Tangaroa.

Los pascuenses tiene a su dios creador, Make Make, omnipresente. Make Make suele ser representado por una cara de grandes ojos, semejante a una máscara o antifaz, entre los que destaca una prominente nariz. La imagen, que recuerda a los genitales masculinos, simboliza claramente al dios de la fertilidad.

En el siglo XVIII surgió la ceremonia del Hombre-Pájaro (Tangata Manu) que representaba a Make Make en la Tierra, relegando el culto a los ancestros. Un nuevo orden político involucró a toda la isla, el Ariki (Rey) mantenía sus privilegios de sangre en sus terrenos de Anakena. En la ceremonia que comenzaba en septiembre de cada año, y duró hasta la llegada de los misioneros católicos en 1866, los linajes competían por el poder político en la Isla. El nuevo culto se centraba alrededor de la elección anual de un Hombre-Pájaro, lo que ocurría a principios de la primavera con la llegada de las aves marinas que retornaban para anidar en los islotes Motu Nui, Motu Kao Kao y Motu Iti. La ceremonia tenía lugar en Orongo, al borde del volcán Rano Kau.

Sacerdotes, competidores y miembros de los clanes dominantes habitaban casas de piedra levantadas cerca del recinto sagrado de Mata Ngarau. En el lugar se encuentra la mayor concentración de petroglifos de la isla con representaciones de Make Make, el Hombre-Pájaro y vulvas (komari), símbolos de fertilidad. El resto de los participantes se reunía al pie del volcán, en Mataveri.

Cada tribu tenía un representante (hopu manu). Ellos celebraban una comida ritual llamada umu tahu, pintaban sus cuerpos con Ki’ea (mineral de color extraído en los acantilados) y después procedían a bajar el acantilado del Rano Kau, ubicado a unos 300 m. sobre el nivel del mar. Nadaban 2 kilómetros hasta Motu Nui sobre una tabla de juncos que servía para llevar algunos insumos básicos.

Llegados al islote, buscaban cuevas para esperar que el primer manutara pusiera un huevo. El que lo conseguía hacía señas a los que observaban desde Orongo, indicándole a su jefe que era el ganador. Hacían el camino de regreso llevando el huevo en una especie de vincha sujeta a la cabeza para entregarlo intacto a su jefe, que se convertía en Tangata Manu, autoridad de la isla durante un año.

Días después, el huevo era vaciado y se colgaba en la nueva casa del Tangata Manu u Hombre-Pájaro. La tribu ganadora obtenía un mayor acceso y control sobre los recursos.

Make Make. Dios creador. El culto del hombre pájaro (Tangata Manu).

En el Museo Británico existe un moái, robado de una casa del recinto sagrado de Mata Ngarau. Esta estatua fue creada y tallada con un fin particular, como un objeto sumamente sagrado. En él están tallados los símbolos relativos al Tangata Manu y se representa a un hombre-pájaro, la figura antropomórfica entre un ave y un humano en posición fetal, una mujer pájaro, símbolos reproductivos como la vulva femenina, cetros de poder tanto del rey como de los líderes guerreros que eran ungidos con el poder de Make Make, todos símbolos utilizados en moáis que se consideran perfectos, que son solo un 7%, de las más de mil estatuas encontradas. Un símbolo en especial que se encuentra tallado en la parte posterior de estos moáis perfectos es un círculo con líneas, muy similar al ankh de los egipcios. Representa al mana, la energía sagrada.


En el concepto original, se creía que el hombre era divino: estaba por encima de todo, era más poderoso que cualquier dios, era el centro de su propio universo, incluso más poderoso espiritualmente que los Aku Aku, espíritus humanoides de la cultura Rapa Nui, que eran servidores de personas con un altísimo nivel de mana. A los moáis se los movía con mana, se le ordenaba ir a su sitio. Los moáis se creaban en un solo sitio, en una cantera ubicada cerca del volcán Rano Raraku, aquí se tallaron el 98% de las estatuas. La del Museo Británico fue tallada en otro lugar, con otro material, basalto vesicular, porque fue creada para otro fin.

Cada estatua que está levantada sobre un altar, plataforma ceremonial llamada Ahu, a lo largo de la costa y siempre viendo al interior, es la representación póstuma de un ancestro, hombre o mujer. Antes o una vez muerto, se tallaba el moái y los huesos de esa persona eran ubicados en el altar. Aquí comenzaba un proceso de suma importancia que era tallar los ojos del moái con coral. En ese momento el mana que da vida a una persona es traspasado al moái. El moái deja de ser un moái, que significa para algo o para alguien o algo que está creado para un fin, y se convierte en un aringa ora o te tupuna, rostro viviente de un ancestro. A partir de este momento el moái es considerado un ser vivo. Mientras tenga los ojos, el mana está vivo, despierto.

Las plataformas ceremoniales están ubicadas con fines estratégicos, astronómicos, espirituales o agua. Las orejas alargadas de los moáis son con fines estéticos, los pascuenses solían alargarse las orejas, las últimas personas en hacerlos y tatuarse todo su cuerpo vivieron hasta 1920-1930. Algo similar ocurre con las grandes narices, todo es estético. Las estatuas representan a un hombre desde la zona pélvica hasta la cabeza, el torso es dos veces la cabeza. Las narices también son talladas por dentro, es algo que tiene que ver con la armonía del tallado, algo muy presente en las culturas polinésicas.

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