11va. Edición #RevistaAbanico

Revista Abanico Ed.11
Sección: Editorial
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Llegamos a la onceava edición de nuestra revista Abanico. Tres meses han pasado y el mundo todavía sigue en pie, a pesar de las varias <<predicciones>> de que los tiempos acababan.

Debemos tener muy bien identificadas estas dos palabras: predecir y pronosticar. Según el diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, predecir significa: Anunciar por revelación, conocimiento fundado, intuición o conjetura algo que ha de suceder. Por el otro lado, pronosticar significa: Predecir algo futuro a partir de indicios.

Por ende, predecir es avisar un hecho prácticamente por adivinación, mientras que pronosticar es avisarlo basándose en criterios lógicos, científicos y análisis de datos. Cabe recalcarlo porque muchos, hasta profesionales o expertos, los utilizan como si significaran lo mismo... pero no nos adelantemos en nuestra introducción de la onceava de Abanico.

Nos gusta leer y sabemos que a nuestros amigos también, por eso en El Bargueño les llevamos a la Edad Media con tres libros del escritor español Luis Zueco, para los amantes de los castillos, las ciudades medievales, los misterios y enigmas, estas tres obras son imperdibles.

Diciembre se acerca y está en la mira de todos. Cenas, fiestas corporativas y reuniones con amigos son sólo algunos de los eventos más realizados en la ciudad en este mes. En Eventeando nuestra Event Planner, Tuty Tama, compartirá los pasos más importantes para que tu evento de Navidad sea un éxito.

Para nuestros asiduos lectores, como es costumbre en nuestra revista y el propósito de su creación, les presentamos a nuestros emprendedores, jóvenes soñadores que dejaron su zona de confort para cumplir sus sueños y ser dueños de su tiempo y vida.

Quienes han leído nuestras diez anteriores ediciones se deben haber percatado que Abanico cuenta con un hilo conductor en cada edición, tratamos que nuestros artículos se vinculen, se soporten el uno al otro, provean y compartan entre ellos mayor información y Abanico 11 no es la excepción. En nuestra décima edición iniciamos un tema polémico, hay que decirlo por más que la palabra suene a farándula, y continuamos desarrollándolo a través de nuestros artículos. Es por esto que en Sensibilidad ISO vamos a hablar de clima espacial y tormenta solar, un tema poco conocido que lo exploramos brevemente en Abanico 10 al contarles sobre las Auroras.

Continuando con estas relaciones, en Con Permiso hablaremos sobre la información que las <<fuentes oficiales y gubernamentales>> nos proporcionan y les contaremos sobre una Orden Ejecutiva del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que nos atañe a todos.

En la sección Desde Otra Perspectiva seguimos con las teorías de la conspiración que iniciamos en el anterior número, esta vez nos enfocamos en la Operación Northwoods.

Llegados a este punto, quiero volver al inicio de este editorial. En la décima de Abanico les contamos sobre un joven norteamericano que luego de más de 8 años de estudio, encontró una metodología para pronosticar sismos, por el momento con un 80% de efectividad. Su método se basa en la observación y la progresión de los sismos. Conozcan más de este jóven y su trabajo en la Fortaleza de los Escritos. 

Sabemos que es muy difícil hablar de pronosticar sismos, ya que nos han dicho toda la vida que es imposible hacerlo, pero ahora hay un método, no solo una predicción. Y nosotros no compartíamos la visión de que era imposible lograrlo, por eso decidimos investigarlo a profundidad, seriedad y esmero.

En el año 132 d.C. Zhang Heng creó el primer sismógrafo, en el año 138 d.C. ocurrió un sismo en la actual provincia de Gansu y su invento funcionó. Ese día quedó registrado en la historia como la primera vez que el ser humano usó un instrumento para detectar un sismo. Desde ese gran avance pasaron miles de años, hasta que en 1842 James David Forbes, un físico escocés, inventó el sismógrafo moderno.

Zhang Heng era un estudioso diligente, le gustaba la astronomía, los calendarios y las matemáticas. Logró mediante, básicamente la observación, inventar su llamado sismoscopio. Ahora, más de 1880 años después, teniendo todo al alcance y tecnología de punta, ¿se mantiene que no hay como pronosticar un sismo? No lo creemos, sabemos que es posible y lo hemos comprobado más de una vez a lo largo de estos años de estudio.

No es que tratemos de irnos contra los postulados de expertos y profesionales, ni tampoco en contra de organizaciónes, universidades o entidades. Es que si se logra pronosticar sismos, se podría salvar vidas, miles de vidas que se pierden año tras año cuando ocurren estos eventos.

Ya lo dijo el doctor en geofísica Sergey Alexander Pulinets,:

“Y cuando las personas te dicen que es imposible pronosticar un sismo, que no hay nada visto, es estúpido, es inconcebible. Incluso si quieres construir la bomba nuclear, existen precursores. Seleccionas un lugar adecuado, contratas a personas y puedes trazar todos los procesos antes de la producción de esta bomba, lo mismo sucede con los sismos. Todas esas energías que se liberan en cuestión de segundos, es imposible que la Tierra no evidencie nada antes de liberarlas”

“Varios de estos precursores, parámetros, fueron monitoreados por los EE.UU. y Rusia en los años setenta y ochenta, y existió mucha esperanza de que estos problemas (sismos) se resuelvan. Pero luego de algunas fallas, en 1996/97 hubo debates en la comunidad científica, en los periódicos, a la cabeza de estos debates estaba un profesor de la Universidad de Tokio, Robert Geller, y los sismólogos decidieron que pronosticar es imposible, y fue prohibido usar en la literatura científica la palabra pronóstico de sismos. Los científicos fueron alejados, sus estudios no fueron publicados, en especial en publicaciones científicas reconocidas. Afortunadamente la situación ha cambiado, en 2005 los rusos y los norteamericanos volvieron a reunirse para hablar de la pronosticación de sismos. Pero la mayoría de la comunidad científica dice que es imposible.” 

No me queda más que pedirles que pasen la página y empiecen el viaje a través de la onceava edición de revista Abanico.

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